El nacimiento del humano 1

Según Wolfgang Giegerich, el ser humano pasó de un estado prenatal, en sentido metafísico, a ocupar un espacio en la Tierra como ser ya nacido. En otras palabras, comparados con el animal no-humano, el cual alcanza su madurez en cuanto se enfrenta a la naturaleza sólo con sus instintos y sin protección alguna por parte de sus padres, el ser humano posee una naturaleza deficiente tanto orgánica como metafísicamente. Es por eso que se ha encontrado en el útero simbólico formado por dioses, ya sea Gea, Zeus, Jehová o Brama.

Tras la Muerte de Dios, el ser humano efectivamente pasó de un estado prenatal a encontrarse por vez primera ante la realidad, sin la protección de sus padres celestiales. Es gracias a la naturaleza técnica del ser humano que este ha podido suplir su carencia innata en el aspecto empírico. La tecnología y por ende la economía han hecho del humano la especie dominante en la Tierra. Sin embargo, en el plano simbólico nos vemos ante una pérdida total de todo horizonte trascendente, sin una narrativa que nos oriente, sin una ética. Mark Fisher mencionaba que «tras la caída de todas las ideologías, aquello que quedaba en pie era el capitalismo», es decir, la técnica. Pero hay que recordar que la esencia de lo técnico no puede ser algo tecnológico, sino como afirma Heidegger, se trata de una disposición por parte del humano de todo lo que le rodea.

Es aquí donde entran dos catástrofes en curso: La crisis ecológica y económica, la primera documentada científicamente y la segunda no sólo predicha por Marx, sino que retratada en su etapa actual por autores como Deleuze y Guattari o, más recientemente, Byung-Chul Han, en obras como «La Sociedad del Cansancio» y «La Agonía del Eros».

En el plano simbólico, Ebert y Culkin retratan la época de la Hipermodernidad como una en donde toda narrativa queda sumergida y aplastada por una marea de significantes vacíos. Es una época de excesiva información, tanto así que el surgimiento de fenómenos como las fake news son pan de cada día.

¿Qué hemos de hacer? ¿Cómo ha de avanzar de aquí en adelante el ser humano?

La problemática actual, el estado de nacido del humano lo tiene por primera vez ante la imposibilidad de volver al pasado (de ahí el carácter netamente nihilista de todo movimiento reaccionario de derecha/conservador) y la imposibilidad del progreso tecnológico como solución (debido a la naturaleza misma de la técnica como disposición, la cual es inviable ante la crisis ecológica).

Hölderlin decía «allí donde está el peligro, crece también lo que salva”, es decir, allí donde crece la técnica y su esencia de disposición y apropiación (La Voluntad de Poder nietzscheana, o la Voluntad de la Voluntad como le llamaba Heidegger), también crece la conciencia de la condición frágil del ser humano, es decir, su condición de co-pertenencia no sólo con los otros humanos, sino con todos los no-humanos. Como afirma Timothy Morton, «en nuestra relación con los no-humanos es donde encontraremos nuestra humanidad», lo cual yo reformulo como «es en nuestra relación con el otro donde encontramos nuestra humanidad». E incluso me atrevo a decir, que es en nuestra relación con la alteridad en donde encontraremos la posible redivinización de la realidad.

Deja un comentario